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    Hiperhidroxis a raya

    9 septiembre, 2020 Redacción

    La hiperhidrosis, o exceso de sudoración, es una patología muy común – se estima que afecta al 1-5% de la población general- que puede tener serias consecuencias a nivel social, emocional y profesional.

    Lo habitual es que la hiperhidrosis afecte a axilas, palmas, plantas, pero también pueden verse afectadas otras zonas anatómicas como la cara, el cuero cabelludo, las ingles y debajo de los pechos, sobretodo en mujeres con gigantomastia.

    Tal y como indica la Dra. Pilar de Frutos, cirujana plástica, experta en medicina estética y directora de la Clínica Pilar de Frutos “ante un cuadro de hiperhidrosis hay que valorar si esta es primaria, forma clínica más común y que se debe a una hiperactividad primaria de estas glándulas; o si por el contrario se trata de una hiperhidrosis secundaria, es decir, que esta actividad exagerada de las glándulas sudoríparas se deba a un estímulo externo que lo desencadene, como hormonas.”

    Lo habitual es que la hiperhidrosis sea una condición familiar; es decir, se detectan en la mayoría de los casos antecedentes familiares de exceso de sudación, que esta esté presente en la historia personal desde la infancia o adolescencia más temprana, que empeora en situaciones de estrés o con el aumento de temperatura ambiental y que habitualmente no se presenta durante el sueño nocturno.

    ¿Qué problemas puede desencadenar un exceso de sudoración?

    Por lo general la hiperhidrosis tiene consecuencias en la vida social de los pacientes y suele interferir con una actividad social normal. Esto puede desembocar en problemas psicológicos o emocionales, además de poder tener dificultades en la vida laboral de las personas.

    Además de esto, la hiperhidrosis puede ser uno de los factores desencadenantes o agravantes de otras enfermedades dermatológicas como el eczema dishidrótico en manos y pies, las infecciones bacterianas como el eritrasma, las infecciones fúngicas como tiñas en pies o intertrigos candidiásicos en ingles y pliegue submamario. Además puede agravar cuadros de dermatitis como la dermatitis atópica.

    ¿Con qué tratamientos contamos para esta patología?

    Cuando la hiperhidrosis es leve, como primer escalón de tratamiento y en menores de 18 años tenemos los antitranspirantes. Estos están realizados en base a cristales de aluminio (Cloruro o Clorhidrato de aluminio hexahidratado). Estos cristales taponan los orificios de salida de las glándulas sudoríparas pero cuando el sudor es muy excesivo consigue vencer estos tapones de forma que no pueden contener la salida del sudor y esta medida no suele ser efectiva. Estos se usan por las noches, con la piel limpia y seca a diario, pero ese aluminio puede causar eczemas irritativos, de forma que en estos casos se reduce la frecuencia de uso a unas noches por semana y se pueden pautar corticoides tópicos por las mañanas para tratar esta irritación. Son muy útiles en la hiperhidrosis localizada, palmar, plantar o axilar.

    En casos de hiperhidrosis localizada en axilas y palmas de las manos que no se controlan con tratamientos antitranspirantes se puede usar toxina botulínica o Botox (R). Su función es bloquear el receptor de la acetilcolina a nivel de las glándulas sudoríparas pero lo hace a nivel local, por tanto no tiene efectos sistémicos; el tratamiento es temporal: de 6 meses a 1 año de duración. Está contraindicado en alérgicos al huevo y como efecto secundario en algunos casos, escasos, puede producirse una hipersudoración compensatoria en otras zonas, lo más habitual en la zona superior y central de la espalda.

    Y uno de los últimos y más revolucionarios tratamientos es la termólisis de las glándulas sebáceas ecrinas. Esto se consigue por ondas de radiofrecuencia (Morpheus 8) que actuando a nivel profundo en la dermis consigue la destrucción completa de manera permanente de una parte de las glándulas origen del sudor. Usado para hiperhidrosis localizada, sobre todo ha demostrado su actividad en axilas. En los estudios realizados comparando esta técnica con las técnicas convencionales usadas en el tratamiento de la hiperhidrosis se ha conseguido demostrar una reducción de la sudación mayor tras 30 días del tratamiento y una mejoría del 75% en la reducción del sudor en estos pacientes respecto a los pacientes tratados con tratamientos convencionales; y también se ha demostrado que después de 6 meses de haber realizado el tratamiento entre el 50% y el 75 % de los pacientes mantienen esta mejoría objetivada en el primer control a los 30 días del tratamiento. Suelen realizarse en sesiones de unos 20-30 minutos separadas por al menos 3 meses y sus resultados son de forma semipermanente, con una duración de años.

    Imágenes: Cordonpress.

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