Cada vez son más frecuentes los estudios que gritan los beneficios de la meditación. Mejora la concentración, fortalece el sistema inmunitario e incluso lucha contra el envejecimiento. Pero cuando llega el momento de la práctica, muchos de los espacios donde si imparten estas técnicas no encajan con las ajustadas exigencias del día a día.

Los bares de meditación llegan para adaptarse a las necesidades de la gran ciudad. Con una amplia carta de servicios y tiempos, estos espacios ofrecen un remanso de calma en entornos urbanos para trabajar con la mente.

MNDFL acaba de llegar a Nueva York. Con un concepto minimal y acogedor, plantea sesiones a la carta que van de los 30 a los 45 minutos. Su fundadora, Ellie Burrows, una directiva de la industria cinematográfica convertida en bloguera espiritual, ha traducido el concepto de los drybars de belleza en un programa espiritual. La idea se plasma en un menú con diferentes servicios que pasan por sesiones para mejorar el sueño o relajación a través de la respiración.

Con la intención de llevar la meditación a un entorno cosmopolita, el centro budista Kadampa abrió sus puertas en el madrileño barrio de Malasaña. En un concepto similar al anterior, este lugar ofrece diferentes tipos de meditaciones, orientadas según el nivel y la duración. Desde sesiones para aprender a meditar, a otras para los que no disponen de mucho tiempo.