Dos nuevos museos y un soho presidido por un mural de Obey marcan un punto y a parte en la capital de la Costa del Sol. Más allá de la costa y la gastronomía típica Málaga se posiciona como un nuevo puerto cultural del sur. Sigue la ruta que hemos preparado.

LA MILLA DE ORO DEL ARTE

Ubicado en la extensión comercial del puerto de la ciudad, Muelle Uno, se ha instalado la nueva sede del Centro Pompidou. 

Un recorrido por el arte de los siglos XX y XXI con casi 90 obras creadas por Picasso, Francis Bacon,  René Magritte y Alberto Giacometti entre otros grandes nombres. Hasta el próximo 28 de septiembre acoge la muestra Joan Miró / Obras sobre papel 1960-1978.

Centrado en el arte eslavo, la Colección del Museo Ruso de la ciudad presenta obras que van más allá de las vanguardias.

En el interior de la antigua Tabacalera de la ciudad se concentran obras que van desde iconos religiosos del siglo XV, a propuestas realistas de Iliá Repin y románticas de Konstantín Makovski, hasta las vanguardistas de Olga Rózanova.

 Soho

El triángulo delimitado por Muelle Heredia, el río Guadalmedina y el sur de la Alameda se ha establecido como el centro de arte urbano y emergente de la ciudad. Grafitis y murales decoran sus edificios y un centro de arte contemporáneo situado en la antigua lonja actúan un imán para amigos de lo alternativo.

Espacios como La Casa de Grund ofrecen un lugar abierto a propuestas multidisciplinares. Exposiciones, meditaciones y actividades para niños componen su agenda.

  Calle Albéniz

A las faldas de la Alcazaba y tras el Museo Picasso, pasear por esta típica vía (que cuenta con un teatro romano) asegura una experiencia más allá de los cánones turísticos. Parada obligada es la bodega El Pimpi, donde se elabora el tradicional vino dulce malacitano. Frente a ellas, los cines Albéniz, sede de proyecciones del Festival de Cine de Málaga, donde se pueden ver los últimos títulos internacionales independientes.

Sin abandonar la calle, el Hostel Boutique Alcazaba de la capital es el lugar perfecto para cerrar el día. Sus habitaciones combinan la sobriedad escandinava con elementos de la tierra como el suelo hidráulico.

Y los foodies satisfarán su apetito en su restaurante: Batik, una propuesta sibarita y moderna culinaria malagueña. Para cerrar la jornada: un cóctel con vistas en su terraza.

Imágenes: D.R.