Hemos cuestionado su efecto sobre nuestro ego una y mil veces, pero ahora la ciencia parece haberle encontrado al fenómeno Instagram o a la obsesión por inmortalizar todo lo que nos rodea su parte positiva.

Pues según una investigación publicada en el Journal of Personality and Social Psychology hacernos selfies allá por donde vayamos nos hace más felices.

El estudio ha desvelado que hacernos fotos aumenta la forma en que disfrutamos de experiencias positivas. Esto ocurre cuando el proceso de fotografiar incrementa el compromiso con la experiencia o incluso interfiere en ella.

El fundamento estaría en que captar la imagen genera una mayor atención visual a los aspectos que queremos fotografiar. Aunque para que la parte positiva surta efecto debemos de volver de inmediato a la acción. Ensimismarse con el retoque produce un efecto negativo que contrarresta el anterior.

Imágenes: @kimkardashian.