«Me siento como si me hubiera graduado, como si fuera el último día de colegio», afirmaba un emocionado Alexander Wang tras su último desfile al frente de Balenciaga. Una despedida que pone fin a esta fructífera relación como director creativo de un legado histórico fundado por el maestro Cristóbal Balenciaga en 1817.

La colección, con un total de 36 salidas níveas como la nieve, reinterpreta la tendencia lencera de los 90 en prendas y accesorios encontrando el equilibrio entre el romanticismo más delicado de la maison y el toque sporty que caracteriza al estadounidense. Con una iglesia como escenario y varias piscinas bautismales dispuestas en forma de cruz, Wang ha hecho de su marcha algo celestial.

Sobre la pasarela no han faltado algunas de sus musas envueltas en tejidos como el satén y el encaje, estrellas de la colección. Entre ellas, Anna Ewers, encargada de abrir el show, y a la que se unieron rostros de la pequeña y gran pantalla como Zoe Kravitz, Bella Heathcote, Nicola Peltz, Riley Keough y Suki Waterhouse. Un escuadrón de amigas que no han dudado en acompañar al diseñador y hacer de lo amargo algo mágico.

Entre los planes próximos de Wang está centrarse en su trabajo al frente de su firma homónima. Lo que abre un nuevo debate en torno al futuro modisto que sustituirá al estadounidense dentro de Balenciaga. Mientras que la marca todavía no ha desvelado ningún detalle sobre esto, ya se barajan varios nombres. Entre ellos, Chitose Abe de Sacai, Julien Dossena, que está haciendo un gran trabajo en Paco Rabanne o Bouchra Jarrar.

Imágenes: @balenciaga.

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