“Si solo nos circunscribiésemos a poner a gente de buen gusto en la portada sería una revista muy aburrida», comentaba Anne Wintour sobre la portada de Vogue de Kim Kardashian y Keyne West. De hecho, ha sido uno de los números más comentados de la revista que ha confirmado el magnetismo de la reina de la telerrealidad. Aunque no tanto como una de sus últimas covers para Paper Magazine, en la que la retaguardia de la Kardashian era la verdadera protagonista y que dio la vuelta a internet.

Con 22.4 millones de seguidores en su cuenta de Instagram y amigos como Riccado Tisci (director creativo de Givenchy) y Olivier Rousteing (director creativo de Balmain) confirma su estatus como icono de un estilo diferente. Crop tops que dejan su abdomen a la vista, escotes infinitos y siluetas bodycon monocromáticas definen los looks de la celebrity.

El negro es uno de los colores fetiches de Kim. Como este conjunto de top de Balmain y palazzo pants de Alexander McQUeen.

Para la gala Lacma eligió un vestido que cumple con todos los requisitos de la alfombra roja. Azul petróleo sobre raso y asimetrías firmado por Cushnie et Ochs.

En sus compromisos matutinos la paleta luminosa es la protagonista. En esta ocasión lleva vestido de Wolford, sobrevestido de Maison Martin Margiela como chaqueta y tacones de Prada.

Imágenes: Cordon press.